De niña fue a la feria de la mano de su padre y descubrió un mundo
alucinante disfrazado de múltiples colores y formas al ritmo de un órgano, se
detuvo el tiempo y se encapsuló en esa sensación egoísta y permisible. Con el murmullo rodeándola ensordeciendo
sus sentidos, se detuvo, mirando sin mirar, silenciosa, sin preguntas, sin
respuestas…………..observando.
El tiempo se detuvo un breve instante hasta convertirse en
nada, todo lo llenaban sus pensamientos y el anhelo de subir al carrusel. No hablaba, tenía el vestido adecuado y los
zapatos impecables; caminaba inquieta intentando descubrir el propósito del
carrusel. Las ideas haciendo ebullición
en su cabeza, descuidada se sintió volar por los aires y en un instante estaba
sobre un hermoso corcel de crines congeladas en el tiempo, lo buscaba con la
mirada mientras la música sonaba y este comenzaba a girar sobre sus ejes, fue
inquietante sentirse sola y lo que le devolvía la certeza y la sonrisa era ver
a su padre en cada giro agitando la mano.
Se llenó de sueños y fantasías guardadas en lo más intimo,
dejando que se asomen por sus pupilas para contarlo todo, sin saber muy bien
que, anhelando un lápiz para rayar al mundo con miradas y frases escritas con
el ímpetu de su corazón. Se miraba asi misma en el frio espejo que le devolvía
una imagen ausente dentro de melodías musicales sentada en aquel carrusel.
Murmullos, voces,
risas, luces, rostros……..observandolo todo.
Se llenó de emociones que lastiman y encuentran dando vueltas
sin sentido en una ecuación perfecta de metáforas felices atrapadas en el
tiempo, El carrusel seguía girando con
una melodía que retumbaba a kilómetros de distancia, un escenario perfecto para
sentarse a pensar con un tinte de miedo.
Los minutos cayendo como arena en un reloj, el sonido más
prominente y las luces a lo lejos encendiendo y apagando como felino al
acecho. Y esa idea en su
cabeza…………..nadie la encontraría, jamás sabrían que estaba ahí, se iría con la
feria, volaría cada dia en un trapecio con su traje de luces, haciendo piruetas
en el viento.
El problema no era que la encontraran…….era, encontrarse a si
misma. La risa suave y el cabello al
viento soportando aquella melodía que la embriagaba con cada giro. Las luces antes lejanas estaban cada vez más
cercas, con las piernas temblando y el corazón latiendo casi tan rápido como el
carrusel.
La música sigue sonando………………..
Sin saber que hacer,
sin saber que pensar, sin saber nada. Sin más todo comenzó a contraerse,
el metal bajo sus pies, sobre su cabeza, siluetas vigilantes, sombras
vigilantes, voces vigilantes y al centro el creador que hacia girar el carrusel
a su merced.
No puede detenerse, ni el miedo paralizante, ni el frio
acariciando su cabello pudieron impedir que cediera a la tentación y cedió a
todo, cedió al miedo, a la ira contenida y disfrazada de valor, cedió a la
autenticidad, a sus instintos. Se volvió inmóvil hasta congelar la sonrisa que
ocultaba su verdadera historia, se convirtió en una figura más que decora el
carrusel esperando a un alma que viniera a sellar su destino.
Su vida ha sido un
carrusel que gira sin detenerse a diversos ritmos que la llevan a
sobrevivir. Solo sobrevivir.
Sin consciencia de la velocidad que le dan sus exigencias en
un absurdo plan de trascender que la aleja de los instintos básicos que
reconfortan el alma. Gira, cierra los ojos, quiere más y más y más………..alimenta
su ego mientras su espíritu flota ligera de equipaje.
Hubiese bastado una simple palabra a tiempo, un gesto amable
en cualquier lugar, hubiera sido perfecto el empujón que la hiciese reaccionar,
detenerse, frenar en seco, bajarse y reflexionar.
Se aferró al placer de los sentidos y se alió con su amnesia,
espera impaciente donde apearse del carrusel en que va subida pero teme saltar.