Mostrando entradas con la etiqueta Memorias. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Memorias. Mostrar todas las entradas

miércoles, 14 de julio de 2010

¡¡¡Y pensar que pasaré por lo mismo!!!

En un gimnasio se pueden hacer muchas cosas además de hacer pesas y aeróbics, se puede presumir de llevar vestuario que levante los glúteos, de mallas que dan apariencia de piernas moldeadas, tener peinados a prueba de sudor, maquillaje que no se corre y………….el último grito de la moda tener pestañas extra large. Y es que el ambiente es idóneo: muros donde abundan los espejos de pared a pared, buena iluminación, sonrisas, besos de judas aquí y allá, entrenadores con músculos de piedra, vamos una pasada………….hasta ahí todo genial una pasarela para el ego.

Así y todo una tarde cualquiera decidí que para disipar el cansancio mental iría al gym a desestresarme me pase de una sección a otra comprobando visualmente que aquello no tenia gran ciencia y menos aún requería grandes esfuerzos. Me inscribí, pagué las cuotas muy a pesar de la insistencia de la chica sobre que si quería probar si realmente me gustaba, etc.etc.etc.
Yo, entusiasmada que estaba hice oídos sordos y le dije que estaba bien, que me entregara mis credenciales y que volvería al día siguiente.

Ahí estaba yo, enfundada en un pantaloncillo mezcla de algodón y licra que se me pegada al cuerpo de escándalo provocándome una ligera incomodidad al volverse demasiado obvio el equipo, me sujeté el cabello en una coleta, calzado deportivo, ya iba y venía por casa ante la mirada socarrona de mi familia escuchando sus comentarios cada vez más mordaces; llegada la hora me fui al gym.

Debo decir que llegar ahí fue todo un episodio, sonrisas, saludos, yeahhhh cuanta amabilidad xd. Rutina de spinning. Me daba algo de corte porque obvio no sabía muy bien de que iba el tema y ahí todos parecían tan enterados entré con el firme propósito de ocupar un sitio en la parte de atrás –si para copiar en clase- y oh sorpresa la mía todos ocupados!!! Rayos! Debí llegar más temprano, ni hablar para la siguiente porque ya estaba ahí y solo había sitio en la primera fila.

Vino el instructor y con su voz escandalosamente chillona fingiendo un tono masculino intentando vanamente disimular lo que era por demás evidente me indicó: posición uno, posición dos, posición tres……………………..comprendido?

Ajáaaaaaaaa con un instructor así para qué quiere más el mundo si con uno de ellos basta.

Y bueno ahí estaba ya enrolada en una locura desenfrenada de movimientos rápidos un ir y venir adelante y atrás arriba, abajo, al ritmo de música electrónica y sin saber si el sonido ensordecedor provenía del equipo de sonido o de mi corazón sonando a ritmo de gong en mis oídos -hay xd si yo tan tranquila que estaba en mi silla tras mi escritorio escuchando mi amada música capaz de tranquilizar mis bestias, pero no, quería emoción, quería retos, quería adrenalina corriendo por mis venas pues nada niña había que aguantarse y vaya que lo estaba haciendo mientras sentía correr gotas de sudor por mi espalda, brazos, piernas, cuello xd xd xd xd y apenas llevaba cinco minutos!!!!!!!

Para hacer llevadero el momento hice lo que mejor resulta en situaciones así, ver a mí alrededor y evaluar la situación. Entonces si me asusté un poco, el resto estaba con una sonrisa de oreja a oreja, hay Dios hice un recuento rapidito para ver si en un acto desequilibrado no me había reservado un sitio en el psiquiátrico de la localidad……………me volvió a la realidad la chillona voz que dirigía la rutina: de 10 en 10 adelante, arriba y atrás………contaannnnndo….…momento!!!! Eso que era? Si, contar se, es lo que mejor se me da pero no cuando el corazón está a punto de estallar, cuando se siente que el cerebro se te va a escurrir por las orejas y el tío ese quería que contara? Ni hablar!!!

Cierto, me dolía el cuerpo, todo, todo, todo, y cuando más decidida estaba a tirar la toalla me di cuenta de algo: todos me miraban!!!! El ego claro lejos de cuidarme y protegerme me dio un puntapié al vacío al poner en mi abotagada mente un pensamiento: Jo que buena estoy todos me están viendo. Entonces la sonrisa volvió a mi rostro y no sé como en un breve instante me vi contando a voz de cuello series de diez…………………………..luego el instructor vino y se plantó frente a mi preguntando discretamente si todo estaba bien. Pero hay que ver!!! Claro que todo iba bien y mejor que cerrara la boca porque ha como tuviera otra brillante idea como la que había indicado momentos antes me saldrían rayos por los ojos y lo reduciría a hormiga.

Los minutos transcurrían lentamente, demasiado lento y lo único que le daba cierta secuencia lógica al tiempo era comprobar de vez en vez que seguía siendo el foco de atención, entonces las dudas me asaltaron, cierto, algo hay pero no es para tanto, y si se me rompió el pantalón? Náaaaaa por si acaso volví a girar mi cabeza buscando la respuesta en el espejo que proyectaba las imágenes desde otro ángulo, rostros sonrojados, una o dos caras de angustia, sonrisitas forzadas………………….quebradero de cabeza, que es? Qué es?

Entonces me vi, un rojo intenso que iba a un descolorido amarillento y casi al punto de volverse violáceo. Cachis!!!! Lo sabía no es que esté tan buena!!! Era que estaban esperando en qué punto me desmayaba por el esfuerzo físico y el entrenador no era que fuera un hombre atento, comprometido con su trabajo, nonononononono era que estaba ahí midiendo mis posibilidades esperando creo yo, el momento en que me desmayara no para salir volando en mi ayuda y evitar peores daños sino para saltar como mariposa hacia atrás.

Hayyyyyyyyyy y como se detiene un tren a esa velocidad? Condenado ego donde lo coja por el cuello uno de estos días se va a enterar!!! Y mí sentido común? Debió quedarse en la oficina para evitarse la vergüenza ajena de verme en esas condiciones!!! Entonces un rayo me iluminó, no es que Dios Todopoderoso me mostrara el camino a seguir por la senda dorada, noooooo los niveles de azúcar en mi sangre habían bajado peligrosamente, la pérdida de líquidos era considerable, el desgaste físico tenía a mi organismo al límite y las luces que veía no eran luciérnagas era que realmente estaba al punto de colapsar por la falta de oxigeno.

Entonces hubo que elegir lo que debía doler: si el cuerpo o el orgullo.

Esa tarde decidí que ambos, para haber si así terminaban de aprender quien es la que manda y comencé a bajar la velocidad lentamente hasta dejar de ver estrellitas voladoras rondando mis sentidos para una vez recuperado el aliento beber de mi botella de agua. El resto fue pan comido. Pan pan pan pan si por esas deliciosas galletitas cubiertas de glaseado rosado es que estaba ahí!!!!!

Como sea para mi había sido suficiente y por suerte coincidía con el reloj marcando el término de la clase. Una retirada digna no cabe duda, jejejejejeje Gracias Dios por tu infinita misericordia.
La escalera una vez más volvió a recordarme evitar la sonrisa de triunfo antes de tiempo pues al pisar el segundo escalón hacia abajo mis piernas temblaron como las de un becerro recién nacido y el grito fue más rápido que mi impulso de asirme al pasamanos, obvio es que hice el papelón de mi vida pues el resto de los escalones hubo que bajarlos lentamente casi colgada del pasamanos, cuando al fin llegué a mi auto me sentí a salvo podía empezar a recuperar la compostura antes de llegar a casa y darle con mi aspecto la razón a mi familia ni que decir que el alisado perfecto de mi cabello quedó convertido en una madeja de hilos en las patas de un gato y para el día siguiente me dolían valles y montañas.

No sé si en un acto de masoquismo puro por no tener mejores ideas rondando mi cabeza los días subsecuentes se repitió la historia al volver cada tarde a moler mis músculos al punto de desfallecer hasta que estos se acostumbraron y me invadió el tedio para descubrir que volvía a sentir la necesidad de adrenalina y de retos y emociones tomando una rutina extra de lift training……………pero eso es otra historia!!!!

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Emperador Romano.

Hoy recordé que hubo una época en que yo tuve un gato, una de esas cosas peludas de cuatro patas que maúllan lastimosamente y arañan estropeándolo todo, y como alguna vez escuché no se donde que las de mi profesión necesitamos además de una escoba voladora un gato y un caldero me dije venga ya tengo al gato!!!!

Así que no quedó más remedio que ir a ver que clase de bicho me había tocado en la repartición, tssss tssss tssss craso error!!!!

-Tu no aprendes verdad? (Eso es voz de Isela Vega si acaso me haría reaccionar)

Era la cosa más fea que yo hubiera podido ver, sucio, polvoriento, herido, huraño, desconfiado, maloliente y para colmo de males triste, genial justo lo que necesitaba!!

Así de pronto me vi luchando para asear a un gato……………..los gatos se bañan? al día de hoy no estoy muy segura pero es que solo pensar en pulgas y fauna gatuna invadiendo mi hogar me da cierto repelús, no lo dejé libre hasta que estuvo limpiecito y esponjocito.

Una vez repuesta de tan dura faena el gato salió huyendo de mis cariñosas manos y fue a sentarse lo más alejado posible de mi, el me veía yo lo veía………………entonces las dudas me asaltaron, necesitaba un nombre, algo que lo definiera, pensé en Chocolate y me pareció ridículo, bomboncito tampoco era buena opción además el gato no ayudaba mucho y había que levantar su espíritu por tanto decidí llamarle Basilius Caèsar Augusto Tiberio Màximus Invictos. Ehh ehh.

Así aconteció que pasaban los días y el gato a lo suyo: maullar lastimosamente y arañar cuanto objeto se interpusiera a su paso, después tomó la costumbre de pasar horas en la cornisa y eso me ponía al punto de la histeria, hasta que llegó el día en que el felino en un acto de masoquismo puro se dejó caer del segundo piso. Noooo si este no era un gato simple, era todo un caso! Porque uno podría pensar que los gatos hacen eso y siempre caen sobre sus patas el instinto hace que giren y aterricen sobre de ellas pero este debía tener alguna clase de tara en su ADN porque lo que hizo fue romperse una pata.

De la sorpresa a la angustia y luego a la incredulidad, finalmente el paso a la furia que vino como rio desbordado y finalmente ahí estaba con el pobre bicho en lo del veterinario que luego de curarlo y viéndome por encima de sus gafas con voz grave dijo:

-Nombre………Yo, toda educada que soy le di el mio.
(Cara de pocos amigos, voz más áspera)

-Nombre del gato………. Basilius Caèsar Augusto Tiberio Màximus Invictos, orgullosa que estaba de su nombre.
Silencio
Silencio

Luego por fin la soltó musitando por lo bajo: con ese nombre hasta yo salto del balcón; y otra vez al ataque.

-Nombre

Gato, se llama gato en un tonito de voz que decía todo menos bonito. Cubrí los honorarios y Salí de ahí hecha una furia con un gato triste de pata rota.

Así pasaron los días cuidando a un gato traicionero y cruel que no bien sanó una tarde escapó dejándome preocupada por él. No, si lo mío no es grave, es peor. ¿Qué necesidad tenia yo de eso? Si a mi realmente no me gustan los gatos.

Desde entonces cada vez que escucho maullar un gato mi instinto de protección me hace salir de ahí sin mirar atrás.

lunes, 29 de septiembre de 2008

Mèdico sin licencia.

Hoy desperté recordando cosas de mi infancia (ahhhhhh, porque yo tuve infancia, aunque para algunas personas yo sigo metida en esa época, jejeje). Tendría alrededor de 3 años y ya estaba en el jardín de niños (creo que fue la mejor solución que encontró mi madre para descansar un poco). Pues ahí estaba yo, toda mona enfundada en uniforme con dos coletas en el cabello que los chicos se empeñaban en tirar de ellas pretexto que no desperdiciaba para ejercitar un poco lo que llamaría técnicas de combate y defensa personal, aunque claro a esa edad era más de combate que de defensa; siempre terminaba metida en líos………recuerdo a un niño simpaticón y callado que nunca me dejó jugar con él a las canicas y a quien yo intentaba sobornar a menudo con galletas.


Siempre intentaba todo, pero nada, se alejaba y yo solo quería estar cerca de el inventando hasta lo imposible con tal de lograr mi objetivo, lo malo que el siempre andaba muy ocupado en jugar al futbol y no reparaba en mis constantes esfuerzo por hacerme notar.


Una mañana no recuerdo por qué estalló la guerra y había que organizar la batalla campal que tendría lugar al día siguiente porque un conflicto entre alumnos es la cosa más seria del mundo. Había que traer cacerolas, palos, ollas, piedras y demás artículos que sirvieran para golpear, atontar y dejar fuera de combate al enemigo, eso los demás porque yo modosita que he sido toda la vida me propuse ser la médico voluntaria para atender y cuidar a las probables bajas bélicas.


Una tarea ardua sin duda que implicó pasar la tarde hurgando en el botiquín de emergencias y en el cajón de medicinas de mi madre, la cual ignorante de todo me veía ir y venir disimuladamente mientras de contrabando sustraía vendas, cinta adhesiva, gasas y frasquitos que no tenía la mínima idea de que contenían pero que según yo, los nombres mientras más complicados eran, más efectiva era la medicina. Guardé mi arsenal médico rogando al cielo que mi madre no se diera cuenta y me dormí deseando ansiosamente que el siguiente día llegara lo más rápido posible.


Llegó el ansiado día. Y aunque la lucha campal estaba prevista para la hora del recreo, en el ambiente podía sentirse la carga de emoción envolviéndonos. Tal vez la maestra era ciega o de plano fingía demencia esperando que en la batalla muriésemos algunos de sus alumnos que amenazábamos con volverla loca porque no me explico como no veía que en la carga habitual de las loncheras había decenas de objetos de contrabando destinados a impactar cuanto cuerpo infantil se cruzara delante.


Cuando el sonido de la campana rompió el silencio, anunciando el receso, salimos en silencio y nos dirigimos a la parte más lejana del patio.

De repente comenzó todo: tierra por todos lados, gritos, cosas volando por aquí y por allá, niños llorando, niños que se caen. Yo, como buena niña que era (y que soy) solo solté golpes por aquí y por allá, en realidad buscaba al objeto de mi afecto, cuando por fin lo encontré estaba ahí llorando y entonces recordé las medicinas….. gritando fuerte para que me escuchara dije: todos los muertos y heridos vengan, aquí es el hospital de la guerra.

Y fue un éxito!!!! Niños llorando llenos de tierra y con golpes llegaron a mí con la esperanza de encontrar una cura para su dolor y regresar cuanto antes a la batalla. Yo, comprometida como médico sacaba pastillas, daba jarabe, ponía curitas y untaba sustancias en las zonas golpeadas. Los heridos eran muchos y yo los despachaba con singular alegría y los ponía de vuelta a sus obligaciones militares. Ese día no lo olvidaré nunca! Diego el objeto de mi afecto por fin me prestaba atención viendo de reojo mi debut como médica militar, me sentí orgullosa de mí. La guerra había valido la pena.


Las maestras nunca se dieron cuenta del zafarrancho que se armó, que por cierto, llegó a su fin junto con el recreo. En casa mi madre no se enteró del robo de las medicinas las cuales tuve que devolver esa misma tarde.


Al otro día los que participaron en la guerra volvieron al Jardín de Niños y tan amigos como siempre. No se cómo no fuimos regañados por estar manchados de merthiolate u oliendo a medicamentos raros. La calma volvía nuevamente y yo volvía a sumirme en el anonimato una vez más pues Diego no tenía más ojos que no fueran para su balón de futbol.


Curiosamente nadie se intoxicó o murió envenenado, lo cual es un milagro considerando que no tenía licencia para ejercer la medicina ¿A qué mente enferma se le ocurre medicar a su antojo a niños de 4 años? ¡¡¡¡A la mía!!!!!


Ahora esos días han quedado muy lejos y probablemente nadie lo recuerde jamás, yo lo sigo atesorando en mis recuerdos porque fue el día en que fui más importante (al menos por unos minutos) que un balón de futbol. Y porque pude salir entera y no llevar en mi conciencia el exterminio de mis compañeros de clase.