martes, 19 de enero de 2010

Escalada social.

El estatus profesional que se busca con tanto afán en nuestra sociedad ha devenido en fetiche social. Una vida sobre explotada en el ámbito del trabajo encamina su disfrute hacia una posición que ofrece sustitución del placer: el poder de la escalera laboral.

Un trabajo que exige sacrificio total solo puede ofrecer un placer humano parcial. Alcanzar el placer mediante un objeto que sustituye al verdaderamente deseado es lo característico del fetiche.

Gracias al sacrificio y entrega de todas las fuerzas que se poseen, se mantiene el ritmo de nuestra sociedad, y ésta, a cambio, ofrece al individuo la fantasía de que su vida es un placer. De hecho, fetiche viene de Feitico, que significa “hechizo”. En otras palabras, puede entenderse que el fetichista imagina que alcanza una profunda intimidad erótica con un objeto (en este caso, el estatus profesional), no con un sujeto. “Estas formas de falsa conciliación son las que caracterizan al fetichismo de la sociedad productora de mercancías y al mismo tiempo constituyen su capacidad de rendimiento” Horst Kurnitzky.

Para el fetichista lo importante es el objeto, no el sujeto. El primero genera excitación, el segundo puede ser sustituido. Un fetichista toca un mundo de placer sin sujetos. Su imaginario se arraiga en el objeto y la excitación queda satisfecha en el objeto mismo. Marx señala que el fetichismo se entiende como una relación social entre personas mediatizada por cosas. Las cosas son lo importante, pues tienen una relación directa entre ellas, mientras que las personas se relacionan como cosas.

La crítica hacia nuestra sociedad se encamina hacia este punto: los seres humanos se alejan más en cuanto las mercancías que ellos mismos producen ganan los espacios del deseo. En efecto, lo sustancial en el ser humano es su vivir con otros, no de forma utilitaria, si no fundamentalmente deseante. Aquí se encuentra la génesis de lo humano. Por eso, en tanto el sujeto pierde su relación con el otro, su estancia en el mundo se vuelve utilitaria, inhumana.