martes, 20 de enero de 2009

El sendero del éxito

Lograr tus metas es posible. El inicio de año siempre es ocasión para replantear objetivos, y si quieres que este año con todo y sus adversidades el Universo conspire a tu favor, qué mejor que seguir los consejos de los expertos en la “ciencia del éxito”.

Este año si. Ahora si voy a dejar de fumar. O ahorrar. O hacer el viaje que siempre quise. O crear mi empresa. O bajar cinco kilos……………Surgen como siempre en esta época, nuevos deseos y objetivos. Pequeños o grandes, pocos o muchos, todos corren el mismo riesgo que ha dejado en el camino a tantos otros propósitos que se formularon en años anteriores: ser eternamente deseos, y nunca pasar el terreno de los hechos. Así, en lugar de ser registrados como metas alcanzadas y satisfacciones bien merecidas por el esfuerzo aplicado para obtenerlas, se acumulan en la lista de frustraciones, de cosas alguna vez queridas y no cumplidas.

De todas las veces que has dicho “el lunes empiezo la dieta”, son muy pocas las que han resultado ciertas, y de antemano, se vislumbraba cierto fracaso en el horizonte. ¿Por qué? Porque es más una expresión de deseo mágico que de voluntad, como si acaso el comienzo de una nueva semana propiciara el cumplimiento de una conducta hasta el momento impracticable. Ante la llegada del año nuevo sucede lo mismo, pero exacerbado: en la noche del 31 de diciembre y la madrugada del primero de enero las promesas fluyen tanto como el ponche y la comida festiva. Pero luego, cuando llega el momento de cumplir, el fervor del entusiasmo se diluye, a veces incluso antes de que el efecto de las fiestas se haya desvanecido. Y el desenlace es, por supuesto, la frustración que sin duda se reflejará durante todo el año, y en especial en las próximas fiestas, y así hasta el infinito……Vamos a explorar cómo encontrar el resultado opuesto para las pequeñas metas en particular y para las grandes cosas: el éxito en general.

Cuando se termina algo siempre se hace un balance. Las fiestas de fin de año y de inicio del siguiente representan un claro momento de cierre y de inicio, lo cual provoca grandes movimientos emocionales.
Somos cíclicos y generalmente los ciclos nos van llevando por inercia a hacer una evaluación y a decidir que es tiempo de hacer un proyecto para el próximo ciclo. En esta época tendemos a plantearnos muchos objetivos, a evaluar el año, revisar, detenernos y analizarnos, “estoy pésimo”, “estoy gordo”, “sigo fumando”, “no estoy haciendo lo que quiero”; entonces este ciclo convencional en que todas las cosas se mueven como una masa, funciona como motivación, más que como un análisis real de lo que está causando problemas o de lo que verdaderamente deseamos más allá de la época.

Sin embargo, es un error común colocar en una fecha externa como “enero”, algún cambio mágico, porque cuando depositamos en los factores externos a nosotros la posibilidad e una opción salvadora y no la trabajamos como fruto de un esfuerzo y de un cuestionamiento a profundidad, el resultado va a ser la frustración.

Todo lo anterior parece obvio y sencillo, pero en realidad no lo es, y por eso muchos nos sentimos frustrados al momento de realizar el balance entre lo que nos planteamos hace un año y lo que alcanzamos a lo largo de este periodo, pues el resultado es negativo. Para revertir este resultado anímico clásico y lograr que lo que queremos no quede sólo en buenas intenciones, hay ciertos pasos a seguir.

La meta está planteada y este año nuevo es el momento ideal para ir hacia ella. Entonces, ¿por qué razón nuestros objetivos se quedan siempre a mitad de camino? Existen una serie de claves a plantearnos para comenzar la ruta hacia un objetivo: cuando nos damos cuenta de que queremos ir hacia una meta, la realidad es que no nos preguntamos todo lo que tenemos que preguntarnos.

Algunas de las preguntas indispensables que deben plantearse a la hora de establecer los propósitos son: ¿Realmente es posible que lo logre? ¿Quiero o debo hacerlo? ¿Las consecuencias que traerá la realización de ese objetivo son realmente adecuadas para mí?

Es muy importante discernir entre deber y querer. Por ejemplo, si queremos independizarnos y poner un negocio propio, hay dos posibilidades de plantearse el propósito. En el caso de que pensemos “a mi edad yo debería tener un negocio”, se estará haciendo un planteamiento incorrecto y seguramente no funcionará. La otra vertiente “yo quiero tener un negocio”, establece el propósito desde el querer y no desde el deber, y hace que nos tomemos más tiempo para analizar qué es lo que nos está haciendo sentir esa necesidad, cuáles son los recursos con los que contamos y qué hemos venido haciendo hasta ahora que no lo hemos logrado. “Si lo que estás haciendo no funciona, detente, piensa, analiza, y decídete por una nueva acción. Continuar actuando de la misma manera y esperar resultados distintos es una manifestación de desequilibrio mental”, dice el doctor Lair Ribeiro en El éxito no llega por casualidad.

Cuando el objetivo está gobernado por el deber, estamos más en contacto con cosas del exterior que nos presionan indicando que ya deberíamos tener ciertas cosas, y entonces nos apresuramos, abalanzamos, precipitamos o de plano nos congelamos y no hacemos nada.

La relación con los demás es a menudo un factor importante en la elección de un objetivo: ¿Cómo darnos cuenta si ese deseo es lo que nosotros queremos o lo que quieren los demás de nosotros? Si deseamos dejar de fumar porque a nuestra pareja le molesta el humo; si en nuestro trabajo no está permitido fumar…..si por todos lados estamos viendo evidencia de que causamos problemas, entonces son los referentes exteriores los que nos plantean un conflicto. El análisis en este caso estaría encaminado a: “el cigarro me está causando muchos problemas, y yo realmente no quiero dejar de fumar, pero sí quiero vivir en armonía con mi entorno”: Entonces hay que ver cuál de los dos es más fuerte. ¿Qué me pesa más?

Vivimos en sociedad y realmente nos importan las relaciones que podamos establece. La pregunta es –dentro de nuestros propios valores, de las normas que rigen nuestro ser y estar en el mundo- qué tanto lo que los demás nos reflejan nos preocupa o no. Es imprescindible distinguir las reflexiones anteriores de una decisión personal. Claro que se puede tener la motivación de dejar el cigarro porque nos importa lo que los demás digan de nosotros, pero sólo después de haberla asumido como una decisión propia Tanto las decisiones pequeñas como los deseos trascendentales, las metas tienen que ser tuyas. “Quien asume para sí un objetivo ajeno está comprando su propia infelicidad”, afirma Ribeiro.

“No quiero estar gordo” no es, aunque lo parezca, el mejor planteamiento si tienes como objetivo bajar de peso. A pesar de la claridad del deseo, es una premisa negativa y no invita a llevar a cabo una acción. El planteamiento correcto es “quiero adelgazar”. La pregunta inmediata: ¿para qué quiero bajar de peso?, debe estar seguida de respuestas en términos positivos: para estar más sano, para verme mejor.

El doctor Lair Ribeiro ejemplifica con claridad este tema y cuenta que hasta la edad de ocho años, escuchamos más de 100 mil veces la palabra “no”, de modo que tenemos el cerebro condicionado para una conversación negativa, razón por la cual nos centramos más en lo que “no” queremos que en lo que sí deseamos. Por ejemplo, en lugar de decirnos “quiero tener éxito” decimos “no quiero fracasar”. Como el inconsciente va directo al grano, y el grano de una frase negativa es el no, esa manera de expresarnos no nos permite avanzar. Si alguien te dice “¡No pienses en el color rojo”! o “¡No pienses en una manzana”!, ya te habrás dado cuenta, es demasiado tarde, porque al instante pensaste en ese color y en esa fruta. Lo mismo ocurre cuando dices “No quiero fracasar”. Tu inconsciente está registrando “fracasar” y tú sin darte cuenta te estarás preparando para fracasar.

Sabemos entonces, las primeras preguntas y actitudes claves, ¿Qué queremos? ¿Ese resultado sería bueno en nuestra vida? ¿Cuál es la mejor manera de ir hacia esa meta? ¿Cuándo quiero comenzar a dar el primer paso? Una vez claras las primeras interrogantes, ¿cómo percibimos si estamos en la vía correcta?

Si, por ejemplo, nos pusimos como objetivo comenzar una dieta un día determinado, hay que exigirnos de veras cumplirlo. Si decimos “voy a iniciar el lunes”, y entonces llega el día mencionado y nos invitaron a algo y ya no lo empezamos………..pronto nos volveremos a sentir frustrados. Para darnos cuenta si estamos lográndolo también podemos preguntarnos ¿cómo nos vemos? ¿Cómo nos sentimos?

Cuando nos trazamos una meta, trabajamos en la construcción de nuestro propio destino. ¿Sabes cuál es la diferencia entre un sueño y una meta? Si tienes un sueño y te fijas una fecha para que se haga realidad, se convierte en una meta.

Sigamos con el objetivo de bajar de peso. Si vemos que en el desayuno comemos menos y más saludable y nos sentimos más livianos, nos escucharemos diciendo “lo logramos”. En cambio, si llegó el día de referencia y nos escuchamos diciendo “qué importa, voy a la comida con fulana………y ya luego lo retomo” significa que no lo estamos logrando y nos sentiremos culpables.

Cuando un supuesto objetivo lo es durante mucho tiempo y nunca llegamos a él, significa que no nos hemos hecho las preguntas necesarias. Pensar en detalle qué cosas sería necesario para llegar a nuestro objetivo, es otro paso indispensable. Si por ejemplo, la meta es hacer más contactos de negocios, pero jamás salimos ni vamos a lugares a donde podríamos conocer gente, acceder al resultado deseado se tornará mucho más difícil. Si de verdad ampliar nuestro horizonte de contactos de negocios es nuestro deseo, habrá que prepararse en actitudes internas y externas, paso a paso. Y para este objetivo u otro cualquiera, emocional o material, sencillo o ambicioso, puedes aplicar los siguientes tips de la ciencia del éxito.

¿Cuál es la visión de tu vida? Imagina por un momento que careces de limitaciones sobre lo que puedes ser o hacer, imagina que cuentas con todo el tiempo y el dinero necesarios, con todo el conocimiento y la experiencia y con habilidades y recursos, con todos los amigos y contactos necesarios. Si pudieras hacer cualquier cosa en tu vida ¿Qué harías? Es una manera optimista de verlo, y es la mejor forma. Una vez que hayas decidido adónde vas, la única pregunta que queda es ¿Cómo?

Mucha gente se ha dedicado a investigar como tener éxito. Parece que se puede aprender, en lugar de quedarnos de espectadores de aquellos que parecen perseguidos por un ejército de buenas estrellas y seguimos preguntando: ¿Qué tienen ellos que no tenemos nosotros? Una buena manera de tener éxito consiste en observar a las personas que ya disfrutan de él, para entender sus estructuras y actuar como ellas en sus aspectos más positivos.

La ciencia del éxito –un conjunto de conceptos básicos- se construyó como una estrella de seis puntas: en cada una de ellas, y sin orden preestablecido, se encuentran una serie de condiciones esenciales para alcanzarlo.

Metas: Porque no hay viento favorable para quien no sabe a dónde va. Séneca
Trabajo: Sólo existe un lugar en el que el éxito aparece antes que el trabajo, y es en el diccionario. Trabaja para ti antes de trabajar para tal o cual empresa. Serás eficiente en la medida que tu trabajo te beneficie primero a ti.

Ambición: Sin anhelo no hay meta que se pueda cumplir.

Autoestima: Nadie puede hacer que te sientas inferior si tú no se lo permites. Si crees realmente en ti, los demás también lo harán.

Comunicación: Cada persona con la que nos relacionamos tiene un campo de intereses y un código propio para comunicarse. Para tener armonía debes tener en cuenta cómo se expresa, y también estudiar como escuchan los otros. Además recuerda que la vida es un eco. Si no te gusta lo que estás recibiendo, presta atención a lo que estás emitiendo.

Actitud: Comprométete con lo que quieres. Vivir es enfrentar un problema tras otro –eso no puede evitarse- sólo el modo en que los encares marcará la diferencia.

A medida que vayas desarrollando estos aspectos, adquirirás expansión mental, y tu coeficiente de inteligencia y capacidad de reacción ante los problemas del mundo aumentarán.


Mas allá de que el año nuevo es un hito, una gama de posibilidades a estrenar, un nuevo punto de partida, siempre hay algún deseo que queremos alcanzar, y este es un buen momento para planteárnoslo como objetivo. Cuando en la vida cotidiana nos damos cuenta de que lo que estamos haciendo no nos está llevando a donde queremos llegar, si lo que estamos viviendo no nos hace felices, tenemos todo este año para repensar y caminar hacia nuevas metas. Deseo y voluntad son ambos motores de acción que, sumados a preguntas específicas y profundas que funcionan como guía, nos ponen en el carril hacia donde queremos llegar.

La esperanza es otro sentimiento clave, un motor para seguir adelante pase lo que pase y por quimérica que suene la meta, pero debe ir acompañada por un movimiento activo hacia la vida. ¡Feliz Año!