martes, 21 de octubre de 2008

Que bonito soy, que bonito soy cuanto me quiero, sin mi me muero.

Las corrientes socioculturales de nuestro tiempo tienden a ensanchar el egoísmo y la vanidad. Dentro de las inclinaciones más frecuentes de hoy día está el culto al cuerpo, que se caracteriza porque la persona descuida sus actividades primordiales como son atender a la familia, el estudio, el trabajo a causa de su obsesión por obtener un lugar privilegiado entre los “cánones modernos de belleza” Esta absurda forma de vivir, sin embargo, sólo nos convierte en esclavos de nosotros mismos , y nunca nos darà plena satisfacción.

El fenómeno social de la vigorexia ha desembocado en patologías o trastornos psicofísicos. Las víctimas de este mal son personas que no se aceptan tal como son y que continuamente se ven a así mismos imperfectos.

La vigorexia, anorexia reversa o complejo de Adonis, la padecen quienes llevan a los excesos todo tipo de entrenamientos físicos para lograr una musculatura abundante y dejar atrás cualquier imagen enclenque o débil. Además adjuntan dietas ricas en proteínas y se automedican anabolizantes y hormonas, para favorecer la hipermusculaciòn con el mínimo de dolor.

Esta enfermedad obsesiva por mantener la belleza del cuerpo no debe confundirse con la práctica habitual de alguna disciplina deportiva o actividad física recreativa, pues éstas son totalmente saludables. Pero quien pasa más de tres hora al día en el gimnasio, tensa sus músculos más allá de sus capacidades y cede ante la “tiranía de la báscula”, pesándose hasta tres veces al día es obvio que debe cuestionarse. Un signo evidente de quien sufre vigorexia es que a pesar de los esfuerzos, siempre se ve, a si mismo, “enclenque”

Fue el Psiquiatra Harrison G. Pope, del hospital de Mc Lean, en Belmont, E.U., quien hizo los primeros estudios de este trastorno a partir de 1993. Descubrió que uno de cada nueve individuos asiduos al gimnasio termina con serios e irreversibles problemas físicos y fuertes impactos psicológicos difíciles de superar. Esta enfermedad ataca a hombres y mujeres, siendo los más afectados los varones de entre 18 y 35 años. Generalmente, estas personas cuentan con un perfil introvertido y de baja autoestima, y se esconden tras una apariencia corporal perfecta, pero totalmente artificial. Por supuesto que también se excluyen de este problema aquellas personas cuyos cuerpos son excesivamente robustos por causa de algún desequilibrio bioquímico a nivel cerebral.

Es una pena que la persona humana, en su búsqueda natural del bien, quede estancada en situaciones de placer temporal. Esforzar el cuerpo más allá de sus propios límites es enfermizo, pero ejercitar al máximo el espíritu es dar pasos grandes y seguros en la construcción de nuestra felicidad. No estamos constituidos sólo de materia, de carne y huesos; también nos constituye una parte espiritual, la cual se inquieta y se empobrece cuando las personas sólo le suministramos bienes efímeros o buscamos consuelos absurdos, a veces precisa luchar y conquistar la verdadera autenticidad, a pesar de sus límites. Solo aceptándonos como somos podremos ver como basura aquello con lo que vanamente pretendemos llenar nuestras vidas.

No hay comentarios: